jueves, 3 de septiembre de 2009

El terror...


Esta noche he tenido un sueño terrorífico: mitad película, mitad hechos que yo sentía como reales, tal como suele suceder en los sueños. Lo recuerdo todo, pero no es cuestión de contarlo ni viene al caso.
A lo que me quería referir es a la capacidad que tiene la mente para producir monstruos, que luego se demuestran ser falsos pero que convenientemente dirigidos se convierten en realidades.
Eso parece ser es lo que nos ocurre en nuestra patria: monstruos creados y dirigidos convenientemente para que este país no levante cabeza.
Pues bien, una buena ducha y un despertar y todo en marcha.
Pasad buen jueves, libre de sueños raros, amigos.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Las tentaciones...


Cuando era pequeño aprendí que las tentaciones del alma eran el mundo, el demonio y la carne.
Uno entendía bien lo del demonio porque eso lo teníamos bien aprendido, pero lo del mundo y la carne me sobrepasaba.
La verdad,el mundo me parecía maravilloso y la carne...¡estaba tan buena asada como la hacía mi madre!.
Poco tardé en darme cuenta que no se refería a lo que yo pensaba y esa especie de inocencia que tienes, protectora, dejó paso a la normalidad del ser humano...
Pero esto sólo una reflexión mañanera a modo de introducción.
A lo que yo iba es que seguimos teniendo tentaciones. De todo tipo. Se multiplican. Cuando no son de la carne(que no suelen ser), son de avaricia, odio, envidia, desprecio, apatía, dejadez...
De todas formas se disfraza el maligno para hacernos caer y frente a ello no queda sino apretar los machos, encomendarse a Dios y seguir por el camino marcado, por muy duro que nos parezca.
¡Ojalá sepamos hacerlo, amigos míos!. Un abrazo.

martes, 1 de septiembre de 2009

La fuerza de la oración...


La noche ha sido calurosa, y eso, a un servidor, le sienta como una patada en los higadillos. No me hacía a la máscara de mi Bipap(aparato de soporte respiratorio) y he dado más vueltas que un pirulo en la boca de un niño pero en cuanto han dado las 7, la hora mágica, he puesto los pies en el suelo y he decidido que la cosa había que combatirla.
¿Y qué he hecho?. Intantáneamente me ha dado por rezar, suavemente, sin pedir nada especialmente, si acaso, un poco de fuerzas para hacer las cosas que he de hacer hoy, que tampoco son importantes pero que desearía poder llevar a cabo.
La oración es como ese agua fresca que te ayuda a caminar cuando la sed ha echo mella en tu cuerpo.
Bueno, comencemos el día y que el Señor nos de la fuerza para poder llevarlo a termino. Luego vuelvo a comentaros, amigos.