sábado, 15 de agosto de 2009

Madrugada, en el calor de la noche...


Ya sé que es un título que he utilizado anteriormente y que ahora utilizo simplemente modificado un poco, pero es algo que me atrae sobremanera.
Ya esa película me atrajo especialmente cuando la ví, por su clima envolvente, asfixiante, sureño...
¡Cosas del cine!.
Hoy me ha sucedido como hasta hace unos días:
Mi reloj interno me ha despertado y el cuerpo ha respondido a la llamada...
No siempre es así, y entonces, en esos momentos, toca plegarse al dictado del mismo. Es cuando recuerdo aquellas palabras creo que de los Hechos de los apóstoles en las que S.Pedro reconoce que otros le ceñirán los lomos y le ayudarán a caminar.
No hay nada más raro que un caminante que no pueda caminar, pero aún así se puede seguir siendo caminante: el alma no tiene el impedimento de las piernas, ni de un corazón que se canse o de unos pulmones que no respondan. El alma siempre puede andar, recorrer esos caminos que se abren frente a ella.
Por eso doy gracias en cada momento. Porque frente a cada estación del Vía Crucis se ofrece esa misma parada de Vía Lucis, de camino de luz donde recargar las fuerzas y seguir.
Todo lo que nos rodea puede ser importante o dejar de serlo, pero lo único verdaderamente importante es la actitud frente a esa misma vida.
Caminarás si quieres caminar, vivirás, si quieres vivir.
Lo importante es correr bien la carrera. El premio es lo de menos porque la carrera es ya en sí parte del mismo.
Buen lunes, amigos.

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