sábado, 11 de abril de 2009

"Vió y creyó"...


Jn 20, 1-9“El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro, y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro, se adelantó y llegó primero al sepulcro y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”.
Tendríamos que hacer el esfuerzo de ponernos en la situación en que por primera vez se vivió esta noticia. Los discípulos eran los mismos que habían salido corriendo en el momento del arresto de Jesús. Pedro era el mismo que le había negado tres veces. Sólo las mujeres habían contemplado –de lejos– lo sucedido hasta el final. No debía ser nada agradable ver a alguien morir en la cruz. Y eso que la gente de aquel tiempo debía estar un poco más acostumbrada a la sangre que muchos de nosotros.
Y hoy, dos mil años y pico después, seguimos celebrando la Pascua: que la muerte de Jesús no fue el final de todo.Es relativamente fácil cantar “aleluya” en una Iglesia bonita, llena de luz y de flores, en un día soleado. Pero a nosotros nos toca seguir anunciando la esperanza de la resurrección, seguir diciendo a todos que el Reino no es una palabra vana sino una realidad que hemos de hacer presente.
Sólo tenemos el recuerdo, la memoria, para contar, como Pedro, como los primeros discípulos, una y otra vez a los que nos rodean que todo empezó en Galilea. Y contar de nuevo la historia de aquel Jesús de Nazaret que, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu, “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos”. Y que nosotros somos testigos de que ha resucitado y está con nosotros. No tenemos milagros que mostrar. No tenemos argumentos racionales con que convencer a los demás. Sólo tenemos nuestra fuerza de vida, nuestro compromiso por el Reino, nuestra confianza en el que Abbá de Jesús es nuestro Abbá también y que anima nuestras luchas por hacer un mundo mejor y más hermano, un mundo en el que nadie quede excluido.
La resurrección es el triunfo de las esperanzas de los pobres.Para vivir en libertad, es necesario liberarnos del fantasma y del miedo a la muerte. De lo contrario viviremos muertos de miedo a la muerte.
Sólo la fe en el Resucitado puede explicar lo que parece no tener sentido. Feliz domingo.Y quiero poner una nota final para una persona que sé va a leer esto. Pienses lo que pienses,puedes contar conmigo si me necesitas. Si soy la última persona a la cual pedirías ayuda,no lo dudes,pídela.

1 comentario:

Delfin Córcoles dijo...

Gracias amigo Caminant, los catarros los pillo todos, (no se me escapa ni uno), pero es la primera Semana Santa que recuerdo así y en Tobarra se vive muy intensamente. Fastidia mucho.

No suelo comentar nada de Religión, es un tema que me supera, pero siempre he tenido la sensación de que además de todo lo que comentas y que es lo que siempre nos han contado, hay algo mas. Nunca lo he oído y no se como describirlo, pero esa sensación siempre esta ahí.

Un abrazo.