viernes, 22 de mayo de 2009

ETHOS...


No todo vale... Ni a todos nos vale, a Dios gracias.
Hay cientos de ejemplos con nombres y apellidos en la historia del mundo, conocidos por todos, no conocidos.
Y ese sentimiento de vida lleva incluso al máximo sacrificio, el vital.
Escribe Cristina Losada sobre Jesús Neira y su gesto ético, profundamente ético, con riesgo de su vida, demostrado fehacientemente.
Es una rareza actuar como un ser humano. Oponerse a la barbarie a título individual no sólo constituye un riesgo, sino que es también un hecho extraordinario.
¿Quién sabe qué está bien y qué está mal? Si un tipo golpea a otro en la calle, si un gamberro rompe un escaparate, si un hombre entra desnudo en un bar, el ciudadano de nuestro tiempo apurará el paso, mirará para otro lado, se dirá que no es asunto suyo. Pensará que no le toca restablecer un orden que, además, no es quién para determinar cómo ha de ser.
Cuando el ethos dominante dicta que no hay valores y estándares universales y mucho menos autoridad para imponerlos, no cabe esperar otra cosa que ese encogerse de hombros y esa pasividad ante las violaciones de unos códigos que es de mal gusto considerar vigentes. Neira representa el civismo, ese viejo y anticuado civismo que ha desaparecido en el torbellino del relativismo ético y cultural. Una extinción ligada a la de otra especie en peligro, que es la responsabilidad individual. Los clásicos entendían que libertad y responsabilidad son inseparables. Eran unos cenizos. El tándem triunfador en nuestro tiempo se compone de libertad sin responsabilidad y dependencia absoluta del Estado. De eso está hecho el elixir embriagador que vende el Gobierno socialista.
Y ahora viene lo bueno. La paradoja de los relativistas impenitentes. Tras socavar los cimientos sobre los que se levanta una actitud responsable, piden a la gente que intervenga contra aquellos abusos que no relativizan y que se ven incapaces de frenar. Desarman moralmente a los individuos y al tiempo les exigen que se mojen. Impotentes ante los efectos del desorden cultural que estimulan, reclaman conductas que hoy son heroicas. Están atrapados en su cenagal y lo malo es que se trata del nuestro. De nuestro incívico e irresponsable tiempo.
Cristina Losada
Ethos", que significa inicialmente "morada o lugar donde habitan los hombres y los animales"; pareceque fue el poeta Homero el primero en dar esta primera acepción. Posteriormente Aristóteles se encarga de otorgar un segundo sentido a este ethos, entendiéndolo como "Hábito, carácter o modo de ser" que va incorporando en el hombre a lo largo de su existencia.
Quiero volver a insistir en esto:
Puede que todo parezca ir en nuestra contra, y es posible que así sea, pero una pequeña luz ilumina una estancia vacía.
No podemos dejar de ser éticos, de intentar ser empáticos, justos, honrados, amar a la Patria, compasivos y caritativos.
Cada día, ante tanta barbarie, del tipo que sea, decir aquello:
¡Es posible, un paso más, venga, adelante!.
Miremos a aquellos a los que no podemos fallar, ellos nos darán las fuerzas necesarias. Y Dios, para los que creemos y para todos.
Un abrazo.

1 comentario:

Jesús García dijo...

Muy buen post, amigo Caminant.
Efectivamente, nuestra sociedad está inmersa en una profunda crisis de valores y de identidad.
España se ha convertido en un país en el que se coartan las libertades más fundamentales, pero se fomenta el libertinaje salvaje, pero cuando alguien hace algo extraordinario, la FOTO es imprescindible.
A ésto hemos llegado.
Un saludo.