Alba, mi pobre niña,¿Qué te hemos hecho?.
Quiero escribirte esta carta aunque nunca podrás leerla, aunque tan sólo sirva para calmar mezquinamente nuestras conciencias, porque el delito contigo cometido no sé si tiene perdón siquiera de Dios Padre.
Aún así niña mía, perdónanos, desde tu corazoncito inocente, desde tu dolor permanente, desde tu invalidez, deja caer sobre esta maldita sociedad unas gotas de perdón que sirvan para decir que no todo está perdido.
No sólo te ha golpeado una bestia en forma de padrastro. No te ha dejado sin defensa una madre a la que tú llamabas inocentemente, ni unos profesores, ni jueces, ni políticos...
Te hemos golpeado todos, uno por uno, en forma de indiferencia, de ordenes escritas, de silencios...
Se peca de muchas maneras, Alba, niña mía, y contigo lo hemos hecho de la peor de las maneras. Perdónanos.
Quiero escribirte esta carta aunque nunca podrás leerla, aunque tan sólo sirva para calmar mezquinamente nuestras conciencias, porque el delito contigo cometido no sé si tiene perdón siquiera de Dios Padre.
Aún así niña mía, perdónanos, desde tu corazoncito inocente, desde tu dolor permanente, desde tu invalidez, deja caer sobre esta maldita sociedad unas gotas de perdón que sirvan para decir que no todo está perdido.
No sólo te ha golpeado una bestia en forma de padrastro. No te ha dejado sin defensa una madre a la que tú llamabas inocentemente, ni unos profesores, ni jueces, ni políticos...
Te hemos golpeado todos, uno por uno, en forma de indiferencia, de ordenes escritas, de silencios...
Se peca de muchas maneras, Alba, niña mía, y contigo lo hemos hecho de la peor de las maneras. Perdónanos.
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