miércoles, 10 de diciembre de 2008

Intimidades...


Tenía algunas notas tomadas para escribirlas aquí. Algunas cosas han hecho que las arrincone y que me arriesgue a escribir de aquello que de vez en cuando me pide el cuerpo.
Cuando se unen ciertas circunstancias es mejor dejar hablar al corazón y que este diga aquello que siente.
Lleva nevando casi 24h, suavemente, con una ligera ventisca que pulveriza la nieve contra los cristales, que deja un manto blanco, igualado, que no te atreves a hollar, en el suelo.
Recibí ayer un correo de una persona. Una persona buena, que sufre y lo pasa mal. Y que lucha, casi sin saber como, pero lo hace.
Se lo dije en mi contestación: admiro tu lucha, como la del boxeador sonado que se niega a tirar la toalla. Quizá gane, ojalá gane.
Por la noche, otras dos llamadas: de un familiar, al que quiero mucho, más de lo que pueda suponer esa persona y distinto quizá de como querría ser querida...
La otra, de un amigo. Me alegró recibirla. Me trajo muy buenos recuerdos y querría que supiese que soy amigo suyo.
Leí alguna cosa, y percibí al leerlo cierta tristeza en el autor, o yo creí ver eso que, como Pemán, intento pensar bien aunque no acierte, no porque sea bueno, sino porque no quiero más desengaños ni palos estériles.
Me dormí, y al levantarme, en la soledad agradable de estos días, he encendido la tele:
"Como yo te amo", interpretada por Rocío Jurado junto a Rhapael, dos voces a las que admiro si no les veo la cara. Y nuevos recuerdos, esta vez muy agradables, de tiempos pasados, que fueron muy buenos o así quiero verlos conscientemente...
Y luego,mientras desayunaba a estas horas que para mí son tan buenas como otras, Victoria Prego y una frase estupenda sobre el golpe de estado:
Los españoles sabíamos a donde no queríamos volver.
Sé que esta frase no es asumida por todos los que aquí escribimos. La pongo desde el respeto, el que les tengo, el que me tienen, el que quiero seguir teniendo.
Añadiría yo:
Y muchos sabemos a donde no queremos ir.
Hay mucha gente buena ahí fuera...
Está esa esposa que me quiere, me aguanta como soy, me ha esperado tantos años a que me encontrase a mí mismo...
Están mis hijos, que son ellos mismos, sin ser proyección de nadie...
Están mis amigos, que me quieren y a los que quiero profundamente...
Mis enemigos, no buscados, sino encontrados, que han elegido serlo, aunque eso me duela cuando lo sé...
Hay todo un mundo, pero esencialmente hay hombres, que rien, lloran, sienten, gozan y sufren, compañeros de ese camino que es la vida.
Un abrazo.

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