sábado, 13 de diciembre de 2008

Saber vivir, aprender a morir...


Escribo esto ahora porque no sé si luego, en la madrugada podré hacerlo. Y me explico. Me gusta dejar al menos casi un día para reposar los papelillos que pongo salvo que algo especial haga que escriba, como es este caso.
Había pensado redundar en lo que escribí ayer sobre El Ángel Exterminador pero desde la vertiente de fe, humana, tal como la vivimos muchas personas, pero he de adelantarlo.
Este mediodia me he comenzado a sentir físicamente muy mal, tanto que se me han relajado los esfinteres y la sensación de muerte inminente se apoderaba de mí.
No he perdido la calma. Me he encomendado a Dios y le he pedido que me ayudase. Y que se hiciera su voluntad.
No abundo en como he pasado la tarde. Aladroque me ha llamado casualmente y sabe como ha ido.
He llamado a Stella,tranquilamente,contandole como me encontraba. No puedo salir de aquí porque hay un metro de nieve y mi problema físico o se pasa o acaba conmigo. Ya me han pegado de estos unos cincuenta en el período de tres años. Hacía mucho tiempo que no sucedía.
No sé si podré aparecer o contestar. Ni contestar al teléfono. No os preocupeis. A lo que quería llegar es que el ser humano puede, debe y quiere ser dueño de su destino.
Un abrazo con cariño.

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