sábado, 27 de diciembre de 2008

Extranjero...y me acogistéis.


Ayer, estabamos en casa esperando hacer hora para comer cuando llamaron a la puerta.
Eran Sergio, Elena y Aleksandra.
Dicho así y sin más explicaciones nos quedamos como estábamos, por eso paso a explicarlo.
Conocí a Sergio hace muchos años, al menos ocho. Era un emigrante ucraniano que se ganaba el pan cuidando enfermos a cargo de Adomi, una asociación a la cual llamabas y te enviaba alguien para tal menester.
Llamé, solicitando los servicios de la empresa para ayudar a mi suegro con la madre de Stella en momentos puntuales y me dijeron si me importaba que enviaran a Sergio, un emigrante ucraniano, para tal menester.
Les dije que por supuesto podían enviarlo y al entablar conversación con él supimos que era médico, forense para más señas y que venía buscando un futuro mejor para él y los suyos que quedaron en Ucrania.
Poco a poco se hizo como uno de la familia.
Entababla conversaciones variadas con el abuelo, paliando así la soledad que el cuidar a una paciente de demencia senil produce en el entorno.
Ramón, el padre de Stella, le contaba batallitas y el buen Sergio le contaba sus cosas.
Pronto comenzamos a hablar de su familia:
Esposa médico, dermatóloga, y niñita pequeña, Alejandra, Sacha para ellos.
La vida de este buen hombre ha sido dura. No lo ha tenido fácil. En lo posible le hemos tendido la mano pero todo se lo ha ganado él.
Ha logrado unificar a su familia. Ahora viven en una ciudad aragonesa, ambos son MIRES(Médicos Internos Residentes)y Alejandra es una bella muchachita de 12 años que escribe cuentos como los ángeles.
Elena, una belleza de ascendencia siberiana, Sergio, un ucraniano bueno, y ella misma, la peque, merecen lo mejor.
Hemos comido juntos y recordado tiempos pasados, pero esencialmente, mirando al futuro.

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