Ayer falté durante casi todo el día. Tenía mis motivos. Marchamos a pasar la jornada con mis cuñados en Calahorra, la Calagurris del poeta Marcial, la fértil ciudad de la ribera del Ebro en la zona Riojana.
Bien lo dice el refrán versificado:
¡Calahorra no es Calahorra, que parece Guasitón, tiene obispao y toa la h...y pasa el ferrocarril!.
En efecto. Cuando llegamos, además de encontrar aparcamiento por pura chiripa, la ciudad bullía de gente chiquiteando en el Paseo Mercadal y zonas aledañas.
Ya nos esperaban para comer, aunque hicimos un poco de tiempo a que llegase mi cuñada Conchi, que no podía dejar su puesto directivo en la Consejería de Sanidad hasta las tres de la tarde.
Un poco de tertulia, algún que otro arrumaco entre Stella y su hermano Andrés, una charla con Concha madre(la suegra) y los chicos una vuelta con los primos Pablo y Miguel hicieron de la espera un rato agradable.
La comida, deliciosa: sopa y cerdo perfectamente preparado, con un poco de vino navarro de reserva para comer, aunque me cuidé en ser parco por el tema de la conducción.
Salistéis a relucirl, como no. Sois parte de la existencia de este caminante y por eso surgieron anecdotas y recuerdos.
Una buena sobremesa, unos dulces, un par de manzanillas silvestres y casi dieron las seis sin sentir.
Un par de buenos amigos, Jesús y Marichu, camino de Logroño, pararon a vernos.
Todo un detalle por su parte, prueba de la nobleza riojana en su caracter.
A las siete de la tarde, con la niebla puesta, volvimos a casa. Contentos, yo el que más, porque habíamos disfrutado de una estupenda jornada familiar.
Un abrazo.
Bien lo dice el refrán versificado:
¡Calahorra no es Calahorra, que parece Guasitón, tiene obispao y toa la h...y pasa el ferrocarril!.
En efecto. Cuando llegamos, además de encontrar aparcamiento por pura chiripa, la ciudad bullía de gente chiquiteando en el Paseo Mercadal y zonas aledañas.
Ya nos esperaban para comer, aunque hicimos un poco de tiempo a que llegase mi cuñada Conchi, que no podía dejar su puesto directivo en la Consejería de Sanidad hasta las tres de la tarde.
Un poco de tertulia, algún que otro arrumaco entre Stella y su hermano Andrés, una charla con Concha madre(la suegra) y los chicos una vuelta con los primos Pablo y Miguel hicieron de la espera un rato agradable.
La comida, deliciosa: sopa y cerdo perfectamente preparado, con un poco de vino navarro de reserva para comer, aunque me cuidé en ser parco por el tema de la conducción.
Salistéis a relucirl, como no. Sois parte de la existencia de este caminante y por eso surgieron anecdotas y recuerdos.
Una buena sobremesa, unos dulces, un par de manzanillas silvestres y casi dieron las seis sin sentir.
Un par de buenos amigos, Jesús y Marichu, camino de Logroño, pararon a vernos.
Todo un detalle por su parte, prueba de la nobleza riojana en su caracter.
A las siete de la tarde, con la niebla puesta, volvimos a casa. Contentos, yo el que más, porque habíamos disfrutado de una estupenda jornada familiar.
Un abrazo.
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