Ayer por la tarde salí un rato a dar una vuelta por Canfranc. Hacía un tiempo fresco, anunciante de un agua que al final no se concretó en la esperada lluvia aunque las nubes se empeñaban, con su negrura, en demostrar todo lo contrario.
Me senté en un banco de la plaza y me coloqué los auriculares de la radio, sin prestar mucha atención al programa que estaban dando, pero sintiéndo las palabras del locutor como una especie de arrullo agradable.
Varios niños jugaban en mi entorno.
Una niñita de poco más de 6 años daba vueltas con su bicicleta con ruedas de apoyo aún. Se la veía feliz, despreocupada o sólo ocupada en mantenerse erguida sobre el ingenio mecánico, color rosa, que avanzaba rápidamente con el impulso de sus piernas.
Pasó y me sonrió. Quería que todo aquel que se le cruzaba comprendiese que estaba haciendo una proeza...o eso quise entender.
Le devolví la sonrisa con un leve gesto de la cara y pensé en el futuro, en los niños que serán hombres y mujeres dentro de unos años.
Pensé también en las niñas y niños que no podrán ser hombres del mañana por culpa de almas enfermas de odio y vicio...
Rapidamente intenté borrar ese pensamiento de mi cabeza.No quería que nada empañase ese momento mágico que estaba viviendo.
Pasaron por delante de mí tres guardias civiles del Cuartel con sus perros. Se pararon unos momentos conmigo, acaricié a mi amiga "Meiga",la perra labrador color vainilla, y también a "Gocu", un grifón de dos meses, una bolita de pelo rizado color café...
Continué oyendo la radio sin escucharla y a duras penas lograba centrarme en los estupendos pensamientos del emperador Marco Aurelio porque mi mente se elevaba en una sencilla acción de gracias por tantas cosas recibidas, por la ilusión de seguir viviendo y por poder escribir estas líneas día a día contando con buenos amigos que las leen...
Un abrazo.
Me senté en un banco de la plaza y me coloqué los auriculares de la radio, sin prestar mucha atención al programa que estaban dando, pero sintiéndo las palabras del locutor como una especie de arrullo agradable.
Varios niños jugaban en mi entorno.
Una niñita de poco más de 6 años daba vueltas con su bicicleta con ruedas de apoyo aún. Se la veía feliz, despreocupada o sólo ocupada en mantenerse erguida sobre el ingenio mecánico, color rosa, que avanzaba rápidamente con el impulso de sus piernas.
Pasó y me sonrió. Quería que todo aquel que se le cruzaba comprendiese que estaba haciendo una proeza...o eso quise entender.
Le devolví la sonrisa con un leve gesto de la cara y pensé en el futuro, en los niños que serán hombres y mujeres dentro de unos años.
Pensé también en las niñas y niños que no podrán ser hombres del mañana por culpa de almas enfermas de odio y vicio...
Rapidamente intenté borrar ese pensamiento de mi cabeza.No quería que nada empañase ese momento mágico que estaba viviendo.
Pasaron por delante de mí tres guardias civiles del Cuartel con sus perros. Se pararon unos momentos conmigo, acaricié a mi amiga "Meiga",la perra labrador color vainilla, y también a "Gocu", un grifón de dos meses, una bolita de pelo rizado color café...
Continué oyendo la radio sin escucharla y a duras penas lograba centrarme en los estupendos pensamientos del emperador Marco Aurelio porque mi mente se elevaba en una sencilla acción de gracias por tantas cosas recibidas, por la ilusión de seguir viviendo y por poder escribir estas líneas día a día contando con buenos amigos que las leen...
Un abrazo.
1 comentario:
Las pequeñas satisfacciones algunas veces se convierten en grandes. En el fondo depende de los valores de cada uno, supongo.
Lo importante es no perder el norte y saber valorar cada cosa en su justa medida. El día a día a veces nos hace no ya valorar, ni darnos cuenta de que esos detalles hacen que la vida merezca la pena.
Buen martes.
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