martes, 7 de julio de 2009

En defensa de la caridad...


Ayer me descargué la encíclica de Benedicto XVI "Charitas in veritate".Es un documento amplio, al cual le he echado un ojo por encima y tiene buena pinta. Un lenguaje relativamente accesible y un estilo claro dentro de su densidad.
Destaca la humildad del Papa(justo es reconocerlo)al hablar de errores cometidos en estos tiempos por ausencia de la misma. Buen principio. El texto se apoya mucho en la Populorum progressio de Pablo VI y en otros documentos rescatados del Vaticano II.
Prometo leerla detenidamente y comentarla, con algo de tiempo,que tengo lectura atrasada.
Pero abundando en el tema me sugería la idea de que hoy día la caridad parece que la escondemos detrás de la puerta, con cierta vergüenza, o la disfrazamos bajo otros nombres como solidaridad, cooperación y demás símiles.
Esto es un intento claro de anular su raíz cristiana pero espero que eso no se logre. Confío en que no se logre por el bien mismo del ser humano.
San Pablo fue el apóstol de la caridad de palabra; aquél que aconsejó: “No salga de vuestra boca palabra dañosa sino sólo la que sirva para edificar y para hacer el bien a quienes os escuchan” (Ef 4,29). Y se refería a una costumbre que él mismo procuraba practicar porque la llevaba a flor de piel: “Hermanos, tened en mucha estima todo lo que hay de verdadero, de justo, de santo, de amable, de elogiable; toda virtud y todo lo que merece alabanza. Practicad todo lo que aprendisteis de mí, lo que recibisteis de mí, lo que oísteis de mí, lo que visteis en mí” (Flp 4,8-9).
Y nos cuesta ser caritativos. Cuando nos viene el balón a la bota rematamos sin mirar si está la portería enfrente o simplemente la cara del otro jugador.
A veces es difícil cerrar la boca y morderse la lengua en casos particulares, como cuando se recibe una ofensa, o directamente un daño, algo que nos hiere profundamente, más en nuestro orgullo disfrazado de dignidad,aunque también en esos momentos en que realmente la herida tiene su importancia.
La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se hincha, no es descortés, no busca el propio interés, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la injusticia; se complace en la verdad” (1Co 13,4-6).
Justo es reconocer que esto nos cuesta mucho. Se nos hace cuesta arriba.Encontramos mil objeciones para poner en práctica esta enseñanza y en cambio está dirigida a todos nosotros.
Queremos ser caritativos, queremos que sean caritativos con nosotros, pero ejercer la caridad nos parece algo un poco de tontos cuando es el camino verdadero para acceder a Dios.
¿Por qué, en lugar de un reclamo, un enojo, una cara fea o un insulto, mejor no se devuelve una sonrisa, una mirada compresiva, una palabra de ánimo, o si es el caso, de perdón? ¿Por qué no, antes de soltar el comentario frívolo, se deja en el bolsillo y se habla de temas edificantes?.
“Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad desaparezca de entre vosotros. Sed buenos, perdonándoos mutuamente” (Ef 4,32).
Cuando el Apóstol escribía estas fogosas recomendaciones simplemente hablaba de lo que llevaba en su interior, en su corazón: la caridad. El deseo de comunicarla le consumía por dentro. De hecho, después de su conversión, dedicó toda su vida a transmitir la buena noticia del Evangelio. Sus palabras, aunque firmes, siempre comunicaron noticias positiva de sus muchos viajes, y fueron, además, un bálsamo de consuelo para las diversas comunidades cristianas. No cabe duda de que estuvo bien inspirado en las palabras del Maestro: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá” (Lc 6, 37).
Siempre que seamos capaces de pararnos un segundo delante de otra persona y escuchar aquello que nos dice,por duro que parezca, estaremos dando una oportunidad a la caridad.
Pasad un buen día, amigos.

1 comentario:

Delfin Córcoles dijo...

Extraordinaria palabra "pasada de moda".

Están intentando construir una sociedad sobre cimientos de mantequilla cuando tienen los de hormingón armado sin utilizar. Este es otro síntoma, llamar de cualquier manera a las cosas mas básicas.

Saludos.