lunes, 27 de julio de 2009

La Paciencia...


Es una virtud y podríamos decir que actúa como madre de otras virtudes. No es de las más reconocidas en este mundo de hoy pero quienes no la tienen en consideración no saben lo que se pierden...
¿A qué viene esto?. ¡Paciencia, ahora intento explicarlo!.
Como siempre, sobre las dos de la mañana, me despierto, avisado por mi pulmón que se queja, cansado del esfuerzo de respirar. Cada día hago la misma rutina:
Me levanto, me pego una ducha reconfortante y me acerco al Bar, a mirar que se cuece. Pues bien, hoy, el ordenador estaba ocupado por mi santa, Stella, enfrascada en unos de esos juegos Manjón.
¡Tranquila!.-Le he dicho. Me ha dado tiempo a ducharme, desayunar opiparamente, mirar una revista, pensar en algunas cosas y cuando me ha dejado libre el ordenador, este se ha puesto a descargar automáticamente las actualizaciones de Windows, así que nuevamente he echado mano de la paciencia y de la actividad y la fregadera se ha quedado libre de los cuatro cacharros que se utilizaron para tomar el café posterior a la cena...
Viene esto a colación por lo que estamos viviendo. Llevamos cinco años de parálisis social, que no es lo mismo que paciencia.
Pienso que hemos de asumir la situación con paciencia pero con actividad, sabiendo que en ese tiempo de espera se puede ir trabajando por levantar el ánimo, por no tragar todo aquello que parece determinado, para activar el pensamiento, la rebeldía...
El silencio de la noche es un fiel aliado para activar las neuronas. Poirot las llamaba "las pequeñas células grises". Deben estar siempre alerta, pero nunca crispadas. Activas y creativas, animadas y fecundas.
Es posible modificar algo que parece irremisiblemente perdido. Tan sólo está querer dar un cambio.
Un abrazo, amigos.

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