martes, 21 de julio de 2009


Creo que es una de las palabras más nombradas en la larga historia del lenguaje y al mismo tiempo una de las palabras más desprovistas de sentido en boca del ser humano:es la palabra libertad.
Pocos valores tienen un atractivo tan universal como la libertad.El ideal de la libertad parece que jamás estará fuera de moda. Es difícil encontrar una campaña revolucionaria o una constitución nacional que no proponga la libertad como uno de sus máximos logros.
El concepto de libertad ha sido aplicado tanto a valores positivos de algo como a la carencia de efectos nocivos. Se le ha dotado de un corpus extenso, amplio, de sentidos. De ahí su importancia a través de los siglos.
Es libertad poder hacer aquello que es bueno para nosotros y es libertad que nadie nos impida hacerlo.
Cuando el Papa Juan Pablo II habla de la libertad como raíz de la dignidad humana, se está refiriendo a una realidad que va mucho más allá de la mera libertad de movimiento o de la ausencia de constricción externa. La libertad específicamente humana es un ingrediente esencial de la naturaleza del hombre que lo distingue radicalmente del resto de la creación. Los seres humanos son esencialmente libres aunque estén en un calabozo o haciendo trabajos forzados en un campo de concentración; un animal no es verdaderamente libre, aunque esté surcando plácidamente el aire o rumiando a sus anchas en las llanuras del Serengueti. La naturaleza, en cuanto tal, no es libre, pues obedece a una serie de leyes fijas. El agua correrá siempre hacia abajo. El fuego no puede encenderse en el vacío. La combinación de sodio y cloro producirá sal, pero jamás nos dará un diamante.
La libertad humana no se identifica con la libertad de pensamiento o con la libertad física, sino con la libertad de la voluntad -o libre voluntad- por la que gobernamos nuestras propias acciones. Un acto humano es un acto libre.
Estrictamente hablando, los «actos del hombre» difieren de los «actos humanos». Acto humano significa un acto realizado con conocimiento y libertad, es decir, un acto específicamente humano. Algunas veces nuestras acciones son deliberadas y plenamente conscientes; otras veces actuamos inadvertidamente o incluso hacemos cosas de forma involuntaria. Cuando la cajera del super te devuelve accidentalmente el doble del cambio que te debía dar, no ha realizado una acto humano, porque no fue intencional. Pero si, al llegar a tu coche, te das cuenta del error y regresas para devolver lo que en realidad no es tuyo, tu acto es humano porque lleva impreso el sello de tu conciencia y libertad.
La libertad humana incluye la libertad moral. En virtud de ella existen el bien y el mal, la virtud y el vicio.
Podríamos preguntar si la gente de hoy goza de mayor libertad que la del pasado. Es cierto que hoy tiene más capacidad para moverse; cuenta con modernos medios de comunicación instantánea y de procesamiento de información.
Sin embargo, en su vida personal, mucha gente se encuentra hoy confundida, insegura, constreñida en su libertad.Muchas de sus acciones, opciones y preferencias son determinadas por la moda, la opinión pública y las tendencias políticas. Esta manipulación se lleva a cabo con frecuencia impactando directamente nuestras emociones y evadiendo el proceso ordinario de una elección racional.Para asegurar nuestra libertad, debemos defender nuestra independencia de estas presiones externas.
Nuestra libertad abarca también la realización de un proyecto vital. Cada uno elige libremente lo que quiere ser en la vida. Una persona honesta es honesta por elección, no por obligación.
La libertad es algo más que un deseo. Es la capacidad para realizar ese deseo.
La libertad implica compromiso y realización. Ya lo dice el Evangelio: La luz ha de lucir en el candelero.
La verdadera libertad es la capacidad para dirigir nuestros sentimientos, pasiones, tendencias, emociones, deseos y temores bajo el gobierno de nuestra razón y voluntad. Así entendida, la libertad requiere que cada uno sea de verdad señor de sí mismo, decidido a luchar y vencer las diferentes formas de egoísmo e individualismo que amenazan su madurez como persona. Las personas verdaderamente libres son abiertas, generosas en su dedicación y servicio a los demás.
El amor es la culminación de la libertad, y amar es darse.
Por eso mismo, que no nos vendan libertad cuando en realidad nos están vendiendo humo.
La verdad nos hará libres. Buen miércoles, amigos.

1 comentario:

Delfin Córcoles dijo...

Junto con la mención que hace el evangelio, esta es la definición que siempre me viene a la cabeza:

"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida".


Un saludo.