jueves, 16 de julio de 2009

Tormenta de verano...


Ayer por la tarde aparecieron en el cielo de Canfranc unas nubes negras, cargadas de agua. En pocos minutos dominaron todo el valle descargando generosamente ingentes cantidades de agua, en cortinas que parecían no tener fin.
A su caída sucedió ese olor tan caracteristico posterior a la tormenta, fresco, ozonado, limpio, agradable.
Y las personas y las cosas recobraron su andar interrumpido durante unos minutos.
Eso me ha dado que pensar sobre aquello que nos está sucediendo actualmente a nosotros, a los españoles.
Se ha ido cargando el cielo de nuestras vidas de unos nubarrones pesados, cargados de daño en nuestro caso en lugar de agua vivificadora y esa pesadez ha hecho mella en el ánimo de todos, desencantándonos por un lado y casi haciendo que perdamos la esperanza aceptando un negro porvenir.
No debe ser así. Toda esta negrura tiene su fin. Actualmente no lo vemos pero ha de existir y dejar su lugar al frescor de una vida sencillamente normal.
Y no lo digo como figura retórica más o menos acertada para un escrito o la expresión de unos pensamientos sino como algo totalmente posible pero que para materializarse ha de concluir en una serie de respuestas positivas del conjunto de este pueblo español adormecido y soñoliento.
¿Qué ha de suceder para que nos sacudamos tanta modorra, inactividad y hasta cobardía?.
¿Qué humillación hemos de soportar añadidas a las anteriores para que nos sacudamos este yugo que nos atenaza?.
Hemos confundido democracia con desgobierno autoritario bajo normas legales de sistema democrático.
De este partido socialista y sus dirigentes sabemos que se puede esperar:
Mayor desprecio al pueblo y a España junto con su perpetuación como sistema político.
Ellos son los nuevos salvadores sociales que crean necesitados para poder atenderlos.
No son alguien que puedan aportar savia a esta sociedad sino todo lo contrario, la van ahogando poco a poco, desvalorizándola para hacerla dominable y sumisa, carente de recursos.
La oposición actual no suscita esa ilusión, esa conexión que debería hacerla sintonizar con un sentimiento patrio, noble, de valores y esencias que no deben perderse porque nos conforman como pueblo.
Debe mostrarse de otra manera. El pueblo sabrá reconocer a los suyos si estos aparecen. Estoy seguro.
Es la única manera de sacudirnos de encima este peso que nos agobia, aclarar puntos de nuestra historia reciente y olvidar algo que ha podido ser un duro y mal sueño.
Toca despertar y respirar ese aire fresco que sigue a la tormenta. ¡Dios lo quiera!.
Un abrazo, amigos.

1 comentario:

Delfin Córcoles dijo...

Creo que es mucho peor que el pesimismo. Es el pasotismo y la resignación a que todo lo solucionen los políticos lo que se ha asentado en los sesos de los españoles.

Confiamos en la misma solución. Será esa o no será.

Un saludo.