sábado, 18 de julio de 2009

Los hijos...


Ayer por la tarde llegaban a pasar unos días mi hija Stella y Raúl, mi yerno...
La verdad es que tanto Stella como yo nos fuimos contagiando de las ganas de recibirlos sin decirnos nada el uno al otro.
Bajamos a la plaza como aquellos padres que salían al principio del pueblo a esperar a los hijos.
¡La de coches que vimos pasar!.Yo le hacía a Stella la broma sobre ocupar disimuladamente alguno de los huecos que había de aparcamiento para el coche de la chica como si se admitiesen reservas...
Por fin,sobre las siete de la tarde ví aparecer su Polo verde. ¡Esta chica ha cogido la curva rápida! le dije a mi esposa mientras los hijos nos hacían señales luminosas con los faros.
Canfranc está en fiestas estos días y por tanto los aparcamientos escasean. Tanto que pasó más de un cuarto de hora para que apareciesen arrastrando sus maletas.
Habían aparcado al final del pueblo, en los pocos espacios libres que cientos de coches habían dejado.
Miraba a mi esposa...daba vueltas alrededor de todos como un pajaro contento. Se le veía feliz. Es todo una madraza.
Pero yo no le iba a la zaga. Me sentía contentos de tenerlos aquí.
Ambos son muy caseros. Rápidamente se cambiaron de ropa y no cediendo a las tentaciones musicales que se daban en la calle se arrebujaron en el sofá.
Charla sobre sus trabajos, sobre Ignacio,mi pequeño, que se quedaba en Zaragoza ya que tenía prácticas en la radio y tampoco es mucho de aparecer por aquí, al menos por ahora.
La cena fue a gusto del yerno. ¡Es lo que tienen las suegras y de lo que nos aprovechamos los suegros!.
Los miraba y me sentía feliz,amigos míos, si algo espero haber hecho medianamente bien es haberlos amado lo más limpiamente que he podido y ahora me gozo en contemplarlos.
Un abrazo.
PD.Hoy me toca ir temprano(no hay problema) a por churros y porras.

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