El régimen instalado por Rodríguez, yo diría, consolidado por él y comenzado a instalar por Felipe González tiene más de una mentira que ha ido calando en el imaginario de esta nuestra sociedad.
Gota a gota, palabra a palabra, idea a idea.Como la célebre tortura china de la gota, que acaba horadando el cerebro del penado a través del tiempo.
He rebuscado las mentiras más evidentes que, no por sabidas, dejan de calar. Ya se sabe:
Miente, que algo queda...
El buenismo: «es una ideología sustitutoria post-Muro que ocupa el vacío dejado por viejas concepciones totalitarias del mundo como, por ejemplo, el comunismo y el socialismo»; apuesta por causas previamente ganadas, como la paz, el medio ambiente o la diversidad, por lo que resulta altamente gratificante.
«El buenismo pacifista incurre en un par de falacias o ilusiones: creer en la posibilidad de reconciliar el género humano por la vía exclusiva del diálogo o la no violencia; creer que la paz es un valor absoluto al que los demás valores deben subordinarse».
Valentí Puig define con perspicacia el buenismo como una «política gestual», en la que la reacción emotiva sustituye a la acción, y cuyo despliegue abarca desde la búsqueda de la paz universal y de la Alianza de Civilizaciones en las relaciones internacionales, la suposición del buen salvaje como sujeto del sistema educativo, la extrapolación multiculturalista de la idea de tolerancia, la economía como solidaridad, el intervencionismo humanitario o el diálogo como panacea. Se trata de un modo de hacer política, y esto nos parece esencial para su caracterización, «al margen de la dialéctica que es propia de la vida política y de la noción de conflicto», y para el que el hecho de que una medida parezca buena es más importante que su eficacia para resolver un conflicto real. La ideología del «dialoguismo», las «concepciones flotantes» sobre la realidad y el relativismo propios del buenismo, llevan a Valentí Puig a plantear si el tan preconizado «talante» «no es más bien un método, un estar, y no una forma de ser». A largo plazo el buenismo es difícil de sostener pues como dice Puig «la política es el reino turbio de las realidades y no de los deseos píos, ni de la conversión de los píos deseos en estrategia».
«La diplomacia del talante comunica al otro la renuncia al uso de la fuerza, la relatividad moral, la aceptación de la legitimidad de las demandas que presente, la disposición a ceder...».
El igualitarismo, al negarse a seleccionar en función del rendimiento, rechaza la meritocracia y elimina en la práctica la igualdad de oportunidades de los usuarios de la escuela pública degradada que no puedan procurarse otros instrumentos para obtener una educación de calidad.
Andrés Ollero denuncia la existencia de un buenismo jurídico, que identifica, paradójicamente, con la defensa del derecho a lo torcido, del derecho a lo equivocado, de un derecho al mal (sic), y cuyas principales características son «la filantrópica generosidad a la hora de conceder derechos» y su relativismo.
Boadella ha hablado de que Rodríguez Zapatero «asume el personaje del bueno»– para la conservación del poder político.
El populista Bono, en un excelente ejercicio de concisión ideológica y de irresponsabilidad política, pronunció en Washington una frase para la Historia: “prefiero morir antes que matar”.
Ese es su sentido de la defensa de una nación.
El diálogo cobra en estos tiempos un sentido ético. Nadie tiene la razón absoluta, todos tenemos parte. Dialo-gando se debe comprender al otro, entender la legitimidad de su posición y aspiraciones y hallar una posición de compromiso. Se niega, por lo tanto, lo obvio: que el otro puede mantener una posición tan ilegítima como ilegal, que en esas circunstancias no hay casi nada que comprender y que ceder sólo lleva a nuevas exigencias. El bien y el mal existen. No todo es relativo. Al Qaeda es un grupo terrorista con el que no cabe diálogo alguno, sólo su desaparición. Para llegar a compromisos imposibles no podemos estar dispuestos a dejar de ser nosotros mismos, a renunciar a los principios que han dado sentido a nuestras sociedades.La “diplomacia del talante” comunica al otro su renuncia al uso de la fuerza, su relatividad moral, la aceptación de la legitimidad de las demandas que presente, su disposición a ceder ... Chamberlain nunca llegó a los extremos de Rodríguez Zapatero.La tradición cristiana, sobre la que se sustenta toda nuestra historia, trata de demolerse con un laicismo pergeñado deprisa y corriendo. Nuestros valores, definidos tras años de convivencia, son puestos en duda a partir de la defensa del multiculturalismo, que esconde la negación de nuestro derecho a ser una nación y la defensa del derecho del recién llegado a no integrarse en nuestro sistema de valores y nuestro ordenamiento jurídico. La propia ins-titución del Estado es puesta en duda por la acción conjunta de nacionalismos desintegradores y una concepción fundamentalista de la construcción europea.
No saben muy bien hacia donde van, pero tienen muy claro todo lo que rechazan.
La izquierda trata de desvirtuar el programa liberal a base de minar sus principios y valores, mientras busca la alianza con movimientos antiliberales fuera del Viejo Continente.
Con los regímenes no democráticos hay que entenderse, no tratar de cambiarlos.
Es un somero repaso por algunas de las ideas que defiende el sr.Rodríguez. Estas son las ideas que está intentando grabar en las mentes de nuestros hijos. Esa es su educación para la sumisión.
Urge que la fuerza de los votos le relegue al silencio o al menos, a la oposición.
Buen viernes, amigos.
Gota a gota, palabra a palabra, idea a idea.Como la célebre tortura china de la gota, que acaba horadando el cerebro del penado a través del tiempo.
He rebuscado las mentiras más evidentes que, no por sabidas, dejan de calar. Ya se sabe:
Miente, que algo queda...
El buenismo: «es una ideología sustitutoria post-Muro que ocupa el vacío dejado por viejas concepciones totalitarias del mundo como, por ejemplo, el comunismo y el socialismo»; apuesta por causas previamente ganadas, como la paz, el medio ambiente o la diversidad, por lo que resulta altamente gratificante.
«El buenismo pacifista incurre en un par de falacias o ilusiones: creer en la posibilidad de reconciliar el género humano por la vía exclusiva del diálogo o la no violencia; creer que la paz es un valor absoluto al que los demás valores deben subordinarse».
Valentí Puig define con perspicacia el buenismo como una «política gestual», en la que la reacción emotiva sustituye a la acción, y cuyo despliegue abarca desde la búsqueda de la paz universal y de la Alianza de Civilizaciones en las relaciones internacionales, la suposición del buen salvaje como sujeto del sistema educativo, la extrapolación multiculturalista de la idea de tolerancia, la economía como solidaridad, el intervencionismo humanitario o el diálogo como panacea. Se trata de un modo de hacer política, y esto nos parece esencial para su caracterización, «al margen de la dialéctica que es propia de la vida política y de la noción de conflicto», y para el que el hecho de que una medida parezca buena es más importante que su eficacia para resolver un conflicto real. La ideología del «dialoguismo», las «concepciones flotantes» sobre la realidad y el relativismo propios del buenismo, llevan a Valentí Puig a plantear si el tan preconizado «talante» «no es más bien un método, un estar, y no una forma de ser». A largo plazo el buenismo es difícil de sostener pues como dice Puig «la política es el reino turbio de las realidades y no de los deseos píos, ni de la conversión de los píos deseos en estrategia».
«La diplomacia del talante comunica al otro la renuncia al uso de la fuerza, la relatividad moral, la aceptación de la legitimidad de las demandas que presente, la disposición a ceder...».
El igualitarismo, al negarse a seleccionar en función del rendimiento, rechaza la meritocracia y elimina en la práctica la igualdad de oportunidades de los usuarios de la escuela pública degradada que no puedan procurarse otros instrumentos para obtener una educación de calidad.
Andrés Ollero denuncia la existencia de un buenismo jurídico, que identifica, paradójicamente, con la defensa del derecho a lo torcido, del derecho a lo equivocado, de un derecho al mal (sic), y cuyas principales características son «la filantrópica generosidad a la hora de conceder derechos» y su relativismo.
Boadella ha hablado de que Rodríguez Zapatero «asume el personaje del bueno»– para la conservación del poder político.
El populista Bono, en un excelente ejercicio de concisión ideológica y de irresponsabilidad política, pronunció en Washington una frase para la Historia: “prefiero morir antes que matar”.
Ese es su sentido de la defensa de una nación.
El diálogo cobra en estos tiempos un sentido ético. Nadie tiene la razón absoluta, todos tenemos parte. Dialo-gando se debe comprender al otro, entender la legitimidad de su posición y aspiraciones y hallar una posición de compromiso. Se niega, por lo tanto, lo obvio: que el otro puede mantener una posición tan ilegítima como ilegal, que en esas circunstancias no hay casi nada que comprender y que ceder sólo lleva a nuevas exigencias. El bien y el mal existen. No todo es relativo. Al Qaeda es un grupo terrorista con el que no cabe diálogo alguno, sólo su desaparición. Para llegar a compromisos imposibles no podemos estar dispuestos a dejar de ser nosotros mismos, a renunciar a los principios que han dado sentido a nuestras sociedades.La “diplomacia del talante” comunica al otro su renuncia al uso de la fuerza, su relatividad moral, la aceptación de la legitimidad de las demandas que presente, su disposición a ceder ... Chamberlain nunca llegó a los extremos de Rodríguez Zapatero.La tradición cristiana, sobre la que se sustenta toda nuestra historia, trata de demolerse con un laicismo pergeñado deprisa y corriendo. Nuestros valores, definidos tras años de convivencia, son puestos en duda a partir de la defensa del multiculturalismo, que esconde la negación de nuestro derecho a ser una nación y la defensa del derecho del recién llegado a no integrarse en nuestro sistema de valores y nuestro ordenamiento jurídico. La propia ins-titución del Estado es puesta en duda por la acción conjunta de nacionalismos desintegradores y una concepción fundamentalista de la construcción europea.
No saben muy bien hacia donde van, pero tienen muy claro todo lo que rechazan.
La izquierda trata de desvirtuar el programa liberal a base de minar sus principios y valores, mientras busca la alianza con movimientos antiliberales fuera del Viejo Continente.
Con los regímenes no democráticos hay que entenderse, no tratar de cambiarlos.
Es un somero repaso por algunas de las ideas que defiende el sr.Rodríguez. Estas son las ideas que está intentando grabar en las mentes de nuestros hijos. Esa es su educación para la sumisión.
Urge que la fuerza de los votos le relegue al silencio o al menos, a la oposición.
Buen viernes, amigos.
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