sábado, 28 de febrero de 2009

Sobre el sufrimiento...


Me ha impactado un grito que he leído en estas páginas. En ese grito, en forma de exabrupto, va una muestra de dolor. Hay una persona detrás sufriendo y frente al sufrimiento no valen reservas de ningún tipo, sino intentar paliarlo.
Simplemente intento hacer llegar una mano tendida y comprensión. Nada más. Ni consejos ni sermones. Simplemente respeto y ánimo.
Por ello me he permitido darle vueltas a un tema que es me es conocido y sobre el que he reflexionado bastante profundamente: el sufrimiento y su sentido.
El sufrimiento es aquello contra lo cual yo, al menos de momento, nada puedo hacer.Tenemos miedo del sufrimiento, y ya ese mismo miedo es sufrimiento.
El sufrimiento es algo distinto del dolor físico. El temor ante el dolor físico es, con frecuencia, peor que el propio dolor. El sufrimiento puede llegar a hacer enloquecer al ser humano. Privarle de esa frontera que le resguarda en la razón.
Sufrir es un fenómeno complejo.Hay un grado moderado de dolor físico que de ningún modo podemos denominar sufrimiento. Podríamos decir que hasta cierto punto sabemos que ese dolor tiene retorno y eso nos hace soportarlo.
A partir de un cierto grado de intensidad, el dolor corporal como tal es ya sufrimiento, es decir, cuando devora todas las perspectivas positivas o negativas de futuro.
Allí donde no se acierta a integrar una determinada situación dentro de un contexto de sentido, allí comienza el sufrimiento.
La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es, ante todo, una pregunta paradójica.Los amigos de Job, con sus respuestas teóricas, sólo consiguen irritarle.
La sociedad moderna,también silencia la pregunta sobre el sufrimiento, pero de una manera distinta, es decir, suprimiéndola. La sociedad moderna concentra sus esfuerzos en la evitación y en la disminución del sufrimiento, pero sin pararse en reflexionar sobre el mismo.
Vemos con frecuencia que algunos colegiales se suicidan porque han llevado a casa malas notas, la razón está más bien en un índice bajo de tolerancia respecto de las sensaciones de frustración en la sociedad actual.
No hay una preparación para aceptar el sufrimiento. Se vive para no sufrir. Sin dotar de sentido al sufrimiento. Sin una carga que nos ayude a soportar el mismo sufrimiento.
La realidad es que tal sociedad con su creciente actividad, cuando llega al límite más allá del cual no puede disminuir el sufrimiento, no tiene ya nada más que decir.
El hombre, por tanto, debe ser enseñado a comprenderse, a saber de sus limitaciones y a vivir con ellas especialmente.
La cuestión sobre el sentido del sufrimiento es específicamente bíblica. Presupone la fe en una ilimitada totalidad de sentido, la fe en que el universo en su conjunto descansa dentro de un contexto de sentido. Sólo desde ahí tiene sentido preguntar sobre el sentido del sufrimiento.
Hay muchos que piensan que Dios podría haber hecho también una tierra de suma felicidad.Pero la pregunta entonces es si ése sería un mundo más deseable que el actual.El Nuevo Testamento, en la Pasión de Cristo, nos sitúa de manera extrema ante la dolorosa experiencia de la falta de sentido:
«Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» .Es la oración del siervo doliente.
La Pasión de Jesús está descrita expresamente como algo que se hace contra su voluntad. A ella pertenece el ruego que dice: «Padre:Haz que pase de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad,sino la tuya».Es la aceptación de la realidad lo que da sentido a la sinrazón de lo incomprendido.
Todos los grandes santos y doctores de la Iglesia han entendido el sufrimiento como el irremediable reverso de la arbitrariedad individual, por el que el hombre vuelve a ser conducido a la verdad.
En el sufrimiento ajeno sólo hay para el cristiano una llamada a mitigarlo.Cuando se habla del sentido del sufrimiento, no se puede pretender obtener una respuesta transparente acerca de nuestro sufrimiento.En el sufrimiento hay siempre un momento de comprensión, de luz sobre el mismo.El mayor milagro de Lourdes es la serenidad de los que la abandonan sin ser curados y vuelven a sus casas con su misma cruz.
El sentido del sufrimiento es una paradoja. Es la gran interrogante de la Humanidad.
El dolor es siempre «mi dolor». Único e irrepetible en la persona.
¿Qué sucede con el dolor al que no le podemos encontrar un sentido?.¿Qué sucede con el dolor de los animales, con el dolor de los niños pequeños?. Nos situamos aquí ante una oscuridad que no podemos penetrar. No sabemos qué es el dolor para un ser que no entiende el sentido (incapaz de preguntarse por el sentido).
El sentido del sufrimiento de Cristo se puede explicar como redención:
Imaginemos una familia enfrentada entre ellos. Todos creen tener razón, pelean. Hay otro familiar que asiste, sufriente, a la pelea, y muere en la reyerta. El inocente, el que no ha participado en las ofensas.
Él ha sufrido sustitutoriamente por ellos y obra la catarsis, el cambio, el darse cuenta del error y del dolor causado.
Lo que Cristo enseñaba era el sentido. Sencillamente, el bien.La redención sin la existencia del sufrimiento.
De eso se habla en el Nuevo Testamento cuando Jesús llama bienaventurados a los tristes, «porque serán consolados».
El sufrimiento sólo es suprimido cuando el sufrimiento de cualquier hombre se transforme en alegría. Y esa alegría se vive en el amor de Dios.

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