Dicen, y no voy a ser yo quien lo corrija, que las damas no cumplen años sino que simplemente anotan experiencias vividas...
Pues bueno, de experiencias no anda falta nuestra querida Mamita.
Toda una vida dedicada a la enseñanza, a corregir defectos, a lidiar con yogurines y pimpollos, con padres y madres, tutores, progresía y conservadores, pero siempre con algo como meta: la formación integral,completa de futuros hombres y mujeres.
Apareció por estos lares casi hace tres años, de manera sencilla. Tuve el honor de invitarla al Bar,donde escribía con letra rápida todo aquello que quería expresar, modestamente, pero con una fuerza y humanidad atractiva.
Siempre con un comentario chispeante, amable, cariñoso, con esa fuerza castellana.
La tuvimos en Zamora, la ciudad de doña Urraca, con Manuela, su señora madre. La vimos trasladarse a Salamanca, como si a ella le hiciese falta lo que la Universidad da, que ella reparte día tras día en cariños y cuidados.
Ha tenido que sacar el as de bastos alguna que otra vez ante travesuras de alguno de los eleaderos, generalmente en el tema de la carne, que ya sabemos somos débiles, pero siempre ha sido una corrección fraterna.
Ahora la tenemos poco en presencia, porque cuida a esa misma madre que ha cuidado toda la vida, pero reparte sus sonrisas en la residencia, donde otros se aprovechan de su hermoso espíritu.
La conocí personalmente en Valladolid. Ya la quería, pero allí,durante varias horas, estuvimos juntos, como si nos conociésemos de toda la vida y la quise más.
Ella es mi reina mora y desde aquí, en su cumpleaños le mando un beso.
Pues bueno, de experiencias no anda falta nuestra querida Mamita.
Toda una vida dedicada a la enseñanza, a corregir defectos, a lidiar con yogurines y pimpollos, con padres y madres, tutores, progresía y conservadores, pero siempre con algo como meta: la formación integral,completa de futuros hombres y mujeres.
Apareció por estos lares casi hace tres años, de manera sencilla. Tuve el honor de invitarla al Bar,donde escribía con letra rápida todo aquello que quería expresar, modestamente, pero con una fuerza y humanidad atractiva.
Siempre con un comentario chispeante, amable, cariñoso, con esa fuerza castellana.
La tuvimos en Zamora, la ciudad de doña Urraca, con Manuela, su señora madre. La vimos trasladarse a Salamanca, como si a ella le hiciese falta lo que la Universidad da, que ella reparte día tras día en cariños y cuidados.
Ha tenido que sacar el as de bastos alguna que otra vez ante travesuras de alguno de los eleaderos, generalmente en el tema de la carne, que ya sabemos somos débiles, pero siempre ha sido una corrección fraterna.
Ahora la tenemos poco en presencia, porque cuida a esa misma madre que ha cuidado toda la vida, pero reparte sus sonrisas en la residencia, donde otros se aprovechan de su hermoso espíritu.
La conocí personalmente en Valladolid. Ya la quería, pero allí,durante varias horas, estuvimos juntos, como si nos conociésemos de toda la vida y la quise más.
Ella es mi reina mora y desde aquí, en su cumpleaños le mando un beso.
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