Ha amanecido lloviendo, el cielo está intentando abrir una pequeña brecha en la noche para que el sol, que aún no se distingue, pueda iluminar la Tierra un día más y aquí en el Bar, en el silencio de la mañana, con la cafetera humeante da tiempo para pensar en todo...
Hoy podemos saber en pocas horas, en minutos a veces, lo que pasa en el otro extremo de la tierra. Las noticias llegan a toda velocidad; radio, televisión, periódicos y revistas se encargan de difundir grandes y pequeños acontecimientos, dándoles cada cual su matiz de color predilecto. y nosotros estamos allí, hablando poco menos que con la pantalla del televisor o con la radio, dialogando con un diario o unas páginas impresas a color donde aparecen los personajes más dispares,famosos unos,desconocidos los otros.
Se da una paradoja:que en la era de las comunicaciones al instante, los seres humanos tenemos dificultades para comunicarnos entre nosotros.
A veces sentimos una especie de pudor en comunicar los sentimientos más dignos hacia la persona que vive con nosotros, o no sabemos decir a los que amamos que les queremos profundamente, que son importantes para nosotros.
Cremos que con amar es suficiente y que con saberlo en nuestro interior está todo dicho.
La gente cree que ama y cree que piensa, pero no está muy convencida de la autenticidad de sus afectos ni de sus opiniones. La prueba está en la rapidez con que muchos cambian de opinión y de pareja... Los vínculos paternales y filiales se mantienen a veces por necesidad o por convencionalismo, pero falta verdadero cariño y la expresión natural de ese cariño. Faltan palabras y gestos espontáneos que indiquen la existencia de unos lazos afectivos.
Es habitual que simplemente crucemos un saludo seco, o un movimiento de cabeza o el silencio con las personas que nos cruzamos a lo largo y ancho del día, incluso con nuestros familiares.
Las ideas sobre la vida y sus múltiples aspectos sociales, políticos, económicos, culturales, religiosos y tantos más, varían según modas oscilantes, y como nadie quiere ser señalado como "raro", se acopla a las modas, cambiando de parecer de acuerdo a como sopla el viento.
Es permanecer incomunicados en el mundo de la información. Las horas ocupadas en distintos quehaceres nos sirven de escudo para frenar nuestras relaciones, para intercambiar opiniones o pareceres,para comunicarnos.
Son tantas las veces que escuchamos palabras de amor en los personajes de pantalla, que ya no sentimos la necesidad de decirlas a quienes amamos. Además, la fuerza de la ficción vuelve ficticia nuestra posible y no manifestada expresión.
La falta de comunicación proviene de la inseguridad para decir o hacer aquello que no tenemos claro ni en nosotros ni en los demás.
Creo que se impone revalorizar el ámbito de los sentimientos y reconocerlos como positivos, concediendo a cada uno de ellos el papel que puede y debe jugar en nuestras vidas. Queda en nuestras manos controlar o evitar las emociones nefastas y potenciar las que son beneficiosas, y revalorizar asimismo la capacidad de pensar, de analizar, de escoger, de decidirse y tomar determinaciones actuando en consecuencia; sobre todo, aprender a razonar uno mismo sin dejarse influenciar por lo que es aceptado o no por las corrientes de opinión.
Es preciso un esfuerzo diario por decir lo que sentimos, por decirlo bien y hacerlo a las personas que lo merecen e incluso ayudar a las que pueden no merecerlo para elevar su ánimo y posibilitar un cambio.
Indudablemente se puede hacer un mundo mejor si todos ponemos un poco de empeño en ello.
Un abrazo,amigos.
Hoy podemos saber en pocas horas, en minutos a veces, lo que pasa en el otro extremo de la tierra. Las noticias llegan a toda velocidad; radio, televisión, periódicos y revistas se encargan de difundir grandes y pequeños acontecimientos, dándoles cada cual su matiz de color predilecto. y nosotros estamos allí, hablando poco menos que con la pantalla del televisor o con la radio, dialogando con un diario o unas páginas impresas a color donde aparecen los personajes más dispares,famosos unos,desconocidos los otros.
Se da una paradoja:que en la era de las comunicaciones al instante, los seres humanos tenemos dificultades para comunicarnos entre nosotros.
A veces sentimos una especie de pudor en comunicar los sentimientos más dignos hacia la persona que vive con nosotros, o no sabemos decir a los que amamos que les queremos profundamente, que son importantes para nosotros.
Cremos que con amar es suficiente y que con saberlo en nuestro interior está todo dicho.
La gente cree que ama y cree que piensa, pero no está muy convencida de la autenticidad de sus afectos ni de sus opiniones. La prueba está en la rapidez con que muchos cambian de opinión y de pareja... Los vínculos paternales y filiales se mantienen a veces por necesidad o por convencionalismo, pero falta verdadero cariño y la expresión natural de ese cariño. Faltan palabras y gestos espontáneos que indiquen la existencia de unos lazos afectivos.
Es habitual que simplemente crucemos un saludo seco, o un movimiento de cabeza o el silencio con las personas que nos cruzamos a lo largo y ancho del día, incluso con nuestros familiares.
Las ideas sobre la vida y sus múltiples aspectos sociales, políticos, económicos, culturales, religiosos y tantos más, varían según modas oscilantes, y como nadie quiere ser señalado como "raro", se acopla a las modas, cambiando de parecer de acuerdo a como sopla el viento.
Es permanecer incomunicados en el mundo de la información. Las horas ocupadas en distintos quehaceres nos sirven de escudo para frenar nuestras relaciones, para intercambiar opiniones o pareceres,para comunicarnos.
Son tantas las veces que escuchamos palabras de amor en los personajes de pantalla, que ya no sentimos la necesidad de decirlas a quienes amamos. Además, la fuerza de la ficción vuelve ficticia nuestra posible y no manifestada expresión.
La falta de comunicación proviene de la inseguridad para decir o hacer aquello que no tenemos claro ni en nosotros ni en los demás.
Creo que se impone revalorizar el ámbito de los sentimientos y reconocerlos como positivos, concediendo a cada uno de ellos el papel que puede y debe jugar en nuestras vidas. Queda en nuestras manos controlar o evitar las emociones nefastas y potenciar las que son beneficiosas, y revalorizar asimismo la capacidad de pensar, de analizar, de escoger, de decidirse y tomar determinaciones actuando en consecuencia; sobre todo, aprender a razonar uno mismo sin dejarse influenciar por lo que es aceptado o no por las corrientes de opinión.
Es preciso un esfuerzo diario por decir lo que sentimos, por decirlo bien y hacerlo a las personas que lo merecen e incluso ayudar a las que pueden no merecerlo para elevar su ánimo y posibilitar un cambio.
Indudablemente se puede hacer un mundo mejor si todos ponemos un poco de empeño en ello.
Un abrazo,amigos.
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