Somos un pueblo muy raro...
Capaz de las mejores gestas y al mismo tiempo de las mayores mezquindades. Y así nos va, que pasamos de hijosdalgos a indianos y de aquí a pobres de solemnidad.
Hemos tenido épocas difíciles que están en el recuerdo de todos pero parece que no hayamos aprendido nada de esas situaciones.
El otro día, la imagen de las Cortes, depositarias de la soberania popular, era de pena. De echarse a llorar y no parar o de coger el trabuco y liarse a postazos a diestro y siniestro.
Me refiero a las "calvas" que presentaban los escaños de la Cámara de representación.
Quizá sea la hora temprana...
El pueblo sí puede levantarse a las 6 de la mañana y lanzarse a coger el metro, los cercanías o los autobuses e ir a su trabajo.
Sus señorías son de otra pasta. Ese esfuerzo les puede alterar los biorritmos y ya sabemos que eso es muy malo.
Estamos viendo como esos mismos diputados, sean de las Cortes o de los reinos de taifas se los llevan crudos y que no me vengan con milongas tales como que lo de Touriño es el chocolate del loro. ¡Joder con el loro y el chocolate que gasta!.
Entre las dietas de Carod para ir a Cambrils, el tuneado de Benach, las ya citadas touriñadas, el pisito de Fernández Bermejo, el adosado de Pepiño y lo que quede sin saber, que en todos lados cuecen habas, vamos apañados.
Si es bastante sencillo, sr. Bono. No piense, no sea que se le caiga el implante capilar. Diputado que no acuda, se le quita parte del sueldo, como a cualquier hijo de vecino que sale del trabajo para un asunto personal.
¿Qué no rinden?. Rescisión del contrato por bajo rendimiento, hijos míos, que eso está al cabo de la calle.
A ver si comenzamos a ser serios que nos están llenando el gorro de guijas y como a alguno se le vaya la mano esto no lo para ni el apuntador.
Buen día a la gente buena. A los otros, que los zurzan.
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