La verdad es que debería estar uno acostumbrado después de tanto tiempo pero, ¡qué queréis que os diga!, se sorprende nuestra inteligencia cada día con las actuaciones de estas criaturas.
Primero que no había crisis, cuando todo el mundo la percibía en sus bolsillos. Ellos empeñados en negar la evidencia, como el niño caradura que delante de los añicos del jarrón insiste en que lo ha roto el aire...
En segundo lugar,una vez reconocida entre dientes la situación, que la solucionan en un plis plas sacando de la chistera del contribuyente cientos de miles de millones de euros.
Tantos que marearían hasta al lobo de mar más curtido...
Y ahora nos desayunamos en lugar de café y croassant que suele tomar Aladroque o de las porras que le gustan al Chinito, con dispendios tales como el coche de 480.000 € que se ha "mercado" a nuestra costa el socialista Emilio Pérez Touriño.
Que digo yo que los habría más baratitos en el mercado, aunque claro, para tal príncipe no duelen prendas.
Que 80 millones de pesetas en un coche ya está bien, seguro que lleva airbag de esos y hasta radio...y a lo mejor hasta aire acondicionado.
¡Vamos, el que llevamos cualquiera de nosotros!. ¡Sí, Cualqui, como el tuyo, igualico, pero de este, tú has pagado algo, como todos nosotros!.
Dejando las bromas aparte, que está muy bien reirse hasta de nosotros mismos pero sin llegar al absurdo de reirse siempre solamente de nosotros mismos, sería cuestión de ir pensando hasta cuando vamos a aguantar a esta gentuza.
Que por menos los franceses se montaron un ¡allons, enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé! y se quedaron tan panchos.
Ofende aquel que puede, pero también a veces aquel que quiere, porque hace ostentación de poseer todo aquello de lo que los demás carecen, como el niño que enseña el coche teledirigido delante de unas chabolas donde otros críos juegan con una pelota de trapo.
Podemos esperar a que la Justicia divina tome cartas en el asunto, pero debemos nosotros ir allanando el camino un poco.
Un fuerte abrazo y no corraís cuando vayáis al volante de vuestros modestos vehículos, amigos.
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