viernes, 10 de octubre de 2008

No todos podemos ser alcaldes...o la ética publicitaria


Cada persona tiene en esta vida un proyecto. No siempre se cumple. A veces las ilusiones se esfuman y uno tiene que conformarse con aquello que te viene de frente y un signo de madurez es apechugar con ello de la mejor manera.
Por eso, algunas personas cogen el primer empleo que les viene a las manos aunque sea el de hombre anuncio porque no todos podemos ser alcaldes...
El mensaje publicitario debe llamar la atención del potencial cliente. Por eso, en el mundo publicitario, canino donde los haya, llamar la atención es esencial: va la venta del producto en ello.
Por eso mismo, justo es preguntarse:
¿Hasta donde se puede llegar en publicidad?. El anunciante cree que hasta donde pueda atraer la atención del cliente potencial por eso mismo la línea está situada peligrosamente cerca del abismo.
Se asume que no debe incitar a la violencia...que no es poco dado el clima donde se desarrolla la acción, más propio de tiburones que de seres humanos.
En publicidad se utiliza habitualmente la acción subliminal, sugerente sin que el receptor se de cuenta siquiera de dicha técnica.
A ver si por prohibir en demasia se está potenciando la acción publicitaria de esa misma subliminalidad rechazada de plano éticamente si no realmente por la mayoría de publicistas.
No seamos puristas por un hombre con dos carteles en el pecho y en la espalda cuando la decoración de un espacio público como la alcaldia ha costado 500 millones de euros...

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