miércoles, 22 de octubre de 2008

El adivino...


En este libro de Uderzo y Gosscini, llega a al aldea gala un sujeto inquietante. Es un adivino que anuncia a los supersticiosos galos infinidad de males si no hacen aquello que él les dice.
Los aldeanos, sencillos hasta la médula, llenan al sujeto de regalos, comida, objetos valiosos. Todos andan como locos. ¿Todos?. No. El pequeño guerrero Astérix, su perro Ideafix y el gordinflón Obélix desconfian de él...
Siguen al personaje siniestro en sus salidas de la aldea y logran desenmascarar sus verdaderas intenciones, que no son otras que vivir del cuento.
Pues bien. Aquí también tenemos a nuestro adivino. Y hace más o menos lo mismo. Exige una obediencia ciega y anuncia sus grandes catástrofes.
Pide sin cesar ofrendas en forma de impuestos y emite oráculos imprecisos, inconexos, sobre la realidad española.
Como el adivino, es capaz de negociar con los enemigos de la aldea por cobardia y miedo.
Ahora, nuestro adivino particular pide ser recibido por los mismos a los que intentó humillar hace unos años.
Y el imperio no perdona a aquellos que le ofenden.
Pronosticó que no era preciso entrar en el G-8 y ahora mendiga acudir de estrangis a la sensión de noviembre.
Cansa hasta la náusea. ¡Ojalá seamos capaces de deshacernos de él como lo hizo la aldea gala que resiste ahora y siempre al invasor!.
Buen día ahí fuera, amigos.

2 comentarios:

LARdT dijo...

Aqui el problemas es que el cielo si va a caer sobre nuestras cabezas...

Caminant dijo...

Haremos lo posible porque no caiga,Lardt