viernes, 20 de marzo de 2009

Campo de sangre...


Es el nombre dado al campo del alfarero, adquirido con el precio de la traición de Judas.
En arameo hagel dema significa “campo de sangre.” En griego se escribe ’Akeldamá.
San Pedro dice en su discurso (Hch. 1, 18-19): “Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. Y esto fue conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua Haqueldamá, es decir: "Campo de Sangre”...
Hago esta referencia a los Evangelios pensando en nuestra Patria, en España y al mismo tiempo en los que vivimos aquí, españoles y no españoles. En todos aquellos que desarrollamos nuestra existencia en esta tierra.
Esta tierra ha tenido muchos sembradores. Unos buenos y otros malos. Unos entregados a ella de sol a sol y otros que tan sólo han venido a robar sus frutos.
Ahora vemos como él último de ellos no sólo no se dedica a cuidar el campo sino que lo llena de sal en golpes de protagonismo, de falso trabajar cuando en realidad está experimentando una locura que sólo cabe en su cerebro inmaduro.
No merece este campo ese trato. Ni de él ni tampoco de los que comemos del mismo.
Estamos en manos de políticos sin capacidad gestora. Nadie les exige nada. Sacan dinero sin cuento de todos nosotros y somos incapaces de reaccionar.
Me resisto a dar por bueno el abono que lleva sangre de niños en su composición. Me niego a aceptarlo como algo bueno para la tierra. Es abono de muerte, simple y llanamente.
Es el mismo tipo de abono que se les da a las jóvenes plantas, a nuestros hijos. Ignorancia y pasotismo.
No porque salgan algunas flores vistosas es un campo que va a producir frutos.
Los cactus también dan flores...pero pinchan.
Vemos como estos sembradores viven en el secretismo, el desprecio a la vida, las componendas, la muerte como ideología.
Y parece ser que eso es lo normal.
Algo hemos de hacer.No sé bien qué. Lo denunciamos cada día, y seguiremos denunciándolo mientras no cambie.
Es difícil un cambio.Supone reconocer errores y querer cambiar, pero hemos de hacerlo.
Hay que cambiar este campo de sangre(Haceldamá) por una casa del pan(Betléen).
Buen sábado, amigos.

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