jueves, 19 de marzo de 2009

Y seréis mis testigos...


Ayer,como suelo hacer cada dos miércoles, fuí a comer con la pandilla con la que me suelo reunir.
Hacía muy buen día y aprovechando que el Soto es un club social(militar) con arboleda, paseé y escuché la radio esperando al resto.
Solemos ser siempre unos veinte comensales, como ya he contado alguna vez, de lo más heterogéneo en profesiones, aunque el gremio de enseñantes es mayoritario.
Pues bien, pronto llegaron los primeros...
Nos saludamos y,acto seguido,uno de ellos me saca el siguiente tema:
No quiero entrar en política, y más sabiendo como piensas pero, "es que hay que ver como crispáis la cosa"...
(Yono había abierto la boca, más aún, desde la última comida,que referí aquí,titulándola "Comiendo con rojos", había hecho el propósito, por delicadeza y algunas otras cuestiones, de no entrar en temas espinosos,pero ya veo que es imposible)
Ante eso, tranquilamente respondí:
Nunca he ocultado que soy de derechas si llamas ser de derechas amar a mi patria y querer una España unida.
Su respuesta fue que se veía mi nacionalismo(¿?)y qué, como todos los nacionalismos eran de derechas y no progresistas porque sólo la izquierda recogía la bandera solidaria de los obreros.
Esto dicho ante el regocijo de los otros dos profesores, especialmente de uno de ellos que le apostillaba diciendo:
¡Habla,habla de la Iglesia!. ¡Qué campaña,que desfachatez, con lo del lince!...
Cuando tengo seguridad de algo me siento muy tranquilo y bajo la voz en lugar de alzarla y mi respuesta fue:
¿Todo lo que hace la izquierda está siempre bien?.
Su respuesta fue que indudablemente no y que claro, la confianza se había perdido en los políticos por sus hechos. Se le veía con ganas de cortar el tema, cosa que por mi parte deseaba siempre que la conversación quedase aclarada.
El problema es que no sólo quieren ser ellos de determinada manera sino que se les aplauda y además te conviertas a su ideología.
Ven como enemigos a todos los que no pueden dominar, jamás convencer. No dialogan, avasallan.
Que conste que toda esta conversación se dio en términos absolutamente educados.
Entramos al bar y aún seguía este profesor,que lo es de Historia, abundando en el tema de la Iglesia y la crispación.
Le referí la entrevista de Rodríguez con Gabilondo y su frase: Hay que tensionar la situación...
Su respuesta,que me dejó atónito fue:
¡Hombre, en eso se refería a la campaña de las elecciones!.
Y mi respuesta fue:
¿Y por qué hay que tensionar o tensar unas elecciones?.
Se cambió de conversación,cosa que agradecí a pesar de estar sumamente tranquilo, ante la llegada de más comensales.
Pasamos al comedor y a los postres otro, este un empleado de Televisión Española, comentó:
¡Vaya con el Papa, anda que entre él y la campaña del lince!...
Le contesté que la campaña del lince me parecía totalmente acertada por lo que ya he expuesto aquí repetidas veces y que en relación al viaje a África mi opinión difería en cuanto a lo del preservativo con el Santo Padre, pero que se debía leer bien el texto para saber que decía.
Su respuesta fue:
Vosotros los cristianos debéis limitaros a ámbito privado de la fe. Ya tenéis las procesiones como muestra pública...
Mi respuesta fue que quería los mismos derechos que el resto de ciudadanos porque era español como el primero y pagaba igual que todos ellos. Eso al menos.
Otro, un taxista, me dijo que el feto era de la madre y que podía hacer con él lo que quisiera.
Le contesté que por esas mismas, si él mataría a su anciana madre, que era suya...
¡Por supuesto que no, no es lo mismo!...
Pasé al café y ellos se dispusieron a jugar a las cartas.
Yo estuve unos minutos pensando en el odio irreflexivo que existe frente a media España. Vuelven a aparecer los fantasmas. Hemos hecho mal la transición, sin cerrar heridas.
Muy al contrario: se ha favorecido el odio a los otros. Y duele ver que gente teóricamente preparada lleva puestas orejeras que les impide ver a los demás como seres humanos.
Para ellos somos enemigos, diferentes.
Me acordé de las palabras de Jesús que he puesto como título.
Me levanté, bebí el café que me quedaba en la taza y me despedí...hasta la próxima, contento de en lo poco haber sido fiel al Maestro.
Un abrazo,amigos.

No hay comentarios: