sábado, 1 de noviembre de 2008

El día llora..


He venido caminando hacia el Bar, muy despacio, dejando que la lluvia me empapase, en un intento de comulgar con el día. Con este día de difuntos que llora, acompañando a aquellos que nos han dejado, como en un respetuoso homenaje que la Naturaleza quisiera darles cuando a veces el hombre se lo niega.
Llueve, y esa lluvia purifica el ambiente, lo lava, lustralmente, ritualmente, de muchos pecados, de esa palabra que ahora se niega, se oculta, como tantas otras, como podrían ser cobardía, deshonor, maldad...
Ya no se usan, son palabras tabú, no son políticamente correctas, como si la política pudiese dar lecciones de algo más que de corrupción y de podredumbre.
Hobbes lloraría si estuviese vivo...
Entro en el Bar, Roberto se afana en limpiar mesas y me saluda sin hablarme, con un gesto cariñoso. Marina, nuestra cajera repasa las entradas en su calculadora. La miro, es bella, con esa belleza juvenil que a veces no marchitan los años.
Me siento en la mesa de siempre. Roberto se apresura a ponerme un café doble, fuerte, negro como la misma noche. Ya nos conocemos tanto que no hace falta decir nada. Es más un amigo que un empleado.
Me acuerdo de mis padres, y rezo, suavemente. Sé que ellos están ahí, permaneciendo, intercediendo. Si no fuese así, como dice S.Pablo, esto sería demasiado trágico, pero existe esa esperanza.
Pienso en los que sufren de soledad, en aquellos que no reciben ni una palabra de afecto y pido que reciban el consuelo de unas gotas de cariño, de empatía.
Este mundo es un lugar bello que algunos se empeñan en que siga como valle de lágrimas cuando puede volver a ser el Jardín del Edén.
"Una niña lapidada en Somalia en aplicación de la sharia"... Dan ganas de vomitar, de gritar, de devolver el mismo daño a los causantes, pero algo te frena. Es la mirada del Maestro subiendo al Calvario, en la Vía Dolorosa: Por ellos también, Caminante, y por ti, no lo olvides, hijo...
Y vuelvo a pedir, esta vez con más paz.
Recuerdo a aquellos compañeros míos asesinados en el Salvador junto a la cocinera y su hija...porque enseñaban a amar, a estudiar, a ser dignos.
Y me digo que, mientras Dios me mantenga con un hálito de vida he de empeñarla en que sea algo mejor de lo que la he recibido.
Ayer, Angoru me hizo un inmenso regalo:repararme el ordenador por teléfono, Cualqui me puso un bonito fondo, Aladroque vino a desayunar como cada día, Mamita me envió un sms hablando de ella, Ahinoa un correo sobre la soledad, el Chinito se pasó por esta ventana, Alma me asoció a sus páginas, Alcides habló conmigo sobre el bien y el mal, Ecano entró a pesar de algunos fondos enrevesados de color, el Gurusayo, Eusebio, Imper, Rafa...y tantos más de los que no me olvido aunque no cite, que entran al Bar a dejar su calidez humana, sí, ellos hacen este mundo que llora algo mejor.
Un abrazo.

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