miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los mártires...


En estos momentos de agraz, donde se ven posturas que intentan herir, que hieren unas veces, otras suscitan rabia, las más tristeza o pena y en conjunto firmeza, justo es recordar el sentido del martirio y que significa.
San Esteban, protomártir, es decir el primer mártir cristiano.
Tenemos noticias de este santo a través de los relatos que encontramos en el libro los Hechos de los Apóstoles. Era judío y helenista de la Diáspora.
El nombre de Esteban proviene del griego Stephanos, que significa "corona". Estos siete diáconos por su nombre y propósito parecen ser de origen griego y tenían como misión el servicio de las mesas, es decir descargar de los trabajos materiales a los apóstoles.
Esteban por dar testimonio de Jesús resucitado murió apedreado en las afueras de Jerusalén. Mientras lo ejecutaban oraba por sus verdugos. Saulo que posteriormente se conocerá como el apóstol Pablo era un joven que estaba presente en aquellos momentos, aunque aparentemente no participó en el apedreamiento y se limitaba a cuidar la ropa de los que lo hacían.
Querría incidir en un detalle: la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. De la sangre de Esteban surge el gérmen de Pablo, el apóstol.
No es mi intención hacer aquí una exégesis sobre los millares de mártires, de testigos, de Cristo. Están ahí, son referente,estímulo y luz.
Cada época y situación tiene los suyos. Los hay ricos,pobres, jóvenes, viejos,mujeres, hombres, niños...
En nuestra historia reciente hemos tenido el ejemplo de los martirizados por la fe en los años transcurridos desde los primeros escarceos hasta el final de la guerra.
Su sangre fue vertida por el único delito de ser creyentes, disfrazado o acompañado de odios personales, deseos de propiedades etc.
Hoy parece querer despuntar nuevamente la lengua de la bestia. Asoma su cabeza aún de manera tímida y estamos asistiendo a ello quizá un poco impávidamente.
No creo que sea la mejor postura. Una cosa es una situación de martirio y otra propiciar una situación que conlleve el mismo.
Como cristianos hemos de pedir fuerzas para dar testimonio del Señor y aún así, nuestro deber es conservar la vida porque es un regalo de Dios.
Seamos conscientes de la situación. Denuncíemos cualquier hecho que suceda, firmemente. Recemos pidiendo fuerzas al Señor y que nos llene su Espíritu y estemos dispuestos a dar en todo momento testimonio de nuestra fe.
Pasad un buen jueves,amigos.

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