domingo, 16 de noviembre de 2008

El Viejo de la Montaña y el Joven de la Moncloa...


Corría el año 1090, cuando los nizaríes, para ponerse a salvo de las persecuciones, y dirigidos por el carismático Hasan-i Sabbah o Hasan al-Sabbah, tomaron la fortaleza de Alamut, una posición inexpugnable en las montañas, al sur del Mar Caspio.
Sus enemigos les llamaban hashshashiín (también Hashshashin, Hashishin, Hashashiyyin o Hashasheen), de la que procede el término asesinos. El grupo, en origen, no era más que una comunidad de partidarios del ismailismo en Irán.Aunque su principal y más conocida sede era Alamut, poseían muchas otras plazas fuertes en Irán y Siria, de modo que conformaban una red cohesionada y bien comunicada, a la que algunos autores califican de "Estado". Los castillos nizaríes eran difícilmente conquistables: se construían en lugares poco accesibles, aprovechando accidentes del terreno, y solían estar bien provistos en cuanto a fuentes de agua y alimentos.
Perseguidos como infieles por la dominante secta suní en el mundo árabe, se dedicaron a enviar a su gente a eliminar a prominentes líderes suníes, a quienes consideraban "usurpadores impíos". A pesar de su escaso número, los nizaríes parece que aterrorizaron enormemente a sus enemigos. Realizaron muchas acciones mortíferas y lograron alcanzar a personajes muy protegidos, creando la leyenda de que nadie podía escapárseles. El 22 de mayo de 1176 intentaron asesinar a Saladino durante el Asedio de Alepo, en los años precedentes a la Tercera Cruzada.
Fuentes nizaríes dicen que el propio jeque o líder nizarí se infiltró en la tienda de Saladino mientras éste dormía, dejándole un pastel envenenado con una nota que decía: "estás en nuestras manos". El caso es que desde entonces, Saladino mantuvo buenas relaciones con los nizaríes.
De Marco Polo procede también la leyenda de los guerreros drogados con hachís en el falso paraíso. Un siglo antes, un viajero menos conocido, el judío navarro Benjamín de Tudela, menciona la secta de los asesinos y a un jefe llamado "el viejo", aunque afirma que su sede principal era Kadmos y no Alamut.
El término asesino, que hoy es una palabra común, procede del árabe "haššāšīn" (حشّاشين), que literalmente significa "consumidores de hachís", ya que se supone que era ingerido antes de consumar sus ataques, pero esta etimología se encuentra en disputa.
Una versión más elaborada de la leyenda cuenta que los dirigentes de la secta captaban a las personas destinadas a matar a los oponentes políticos del siguiente modo: eran drogados con hachís hasta quedar dormidos. Entonces se les llevaba a un jardín secreto del castillo de Alamut, lleno de agua, animales exóticos, árboles frutales y bellas mujeres, donde despertaban creyendo que se encontraban en el paraíso. Tras gozar durante unas horas del supuesto edén, era de nuevo drogados por las doncellas y despertaban en el punto de partida. Un líder de la secta les decía entonces que habían tenido el privilegio de conocer el paraíso y que podrían volver a él, por toda la eternidad si se sacrificaban en pro de la causa. Esto explicaría el valor que demostraban en sus acciones armadas.
Algunos autores, como Amin Maalouf, contestan a esta etimología, y dicen que la palabra procede de asāsiyyīn ("fundamentalistas").
Esta parte de la Historia siempre me ha apasionado, por todas las implicaciones que tiene en el desarrollo de la misma en el mundo actual.
Un doble sentido,quizá cogido al pelo, pero no por ello deja de ser interesante: el fundamentalismo islámico actual y sus admiradores, la progresía de cualquier signo...y estoy pensando en una muy concreta.
Se nos intenta captar, doblegar después y anular en el último momento.
Decir ahora que determinado sujeto es un héroe me parece de un empacho moral intolerable, igual que decir que su acción ha puesto a España en el mundo...¿En qué mundo?.
Ni dormidos ni sometidos, amigos.

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