Me ha venido como un flash, un relámpago mental, y no era cuestión de perder la idea, que no están las cosas para tirar.
Pues sí, la figura actual del tal Rodríguez podría guardar algún parecido con el emperador Bonaparte, de nombre Napoleón, que rigió los destinos de Francia e intentó ser dueño de medio mundo,
Ni comparación entre el uno y el otro. Sería ofender a la historia ponerlos a la misma altura, pero hay algunos paralelismos que intetaré mostrar .
Aparte de sus proezas militares, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas, y uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos.
Indudablemente, es el personaje que marcó el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa contemporánea.
Sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (Le Petit Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el despectivo Boney y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal.
Todos sabemos como se desarrolló su vida y no vamos ahora a desmenuzar nada que contribuya a repetir lo conocido, pero sí podemos abundar en la megalomanía del uno y del otro.
No hay nadie peor que aquel que se cree el mejor absolutamente por encima de todos los habrá:
Su egoísmo y cerrazón le harán conocer ese mundo de la frialdad humana.
Como el pequeño cabo, Rodríguez ha colocado a "sus familiares" en las distintas taifas, dejándoles manos libres o lo peor, dejando que se tomen su tiempo libre.
Con tal de que le sean leales un tiempo se da por satisfecho. De ahí su cortedad de miras.
Las sociedades no se reafuezan por concesiones, sino por el trabajo arduo e individual de sus miembros, que lo unen con vistas a un bien común.
Ni se es nacionalista ni se le espera a dicha condición. Y este sujeto está encamados con ellos hasta sus farmacias de guardias, que sumistran la pastilla del calcio necesario para evitar la pájara socialista.
Sin amigos, ni nadie acabe de distinguirse como tal, se enrolla en la eficacia de un altar de prebendas y cheques al portador suministrados por su edecán Solbes, que acude solícito a darlos y que salga el "dios laico" por Antequera o Villanueva de la Serena.
Sin ánimo de ser exahustivos, diríamos que la historia de los tiranos se repite desde Aristóteles, pasando por Nerón, continuando con Federico de Prusia, generales como Petain y otros.
En su locura, no deja de creerse alguien elegido por no se que diosa razón positivista, entroncada con el mismo August Compte y su locura político-social.
Tendrá su campaña rusa, estoy seguro.
Estoy mirando los daños que han producido en la Historia tanto megalómano y me consuela el ver que muchos de ellos han caído víctimas de si mismo.
Sea lo que sea, ni punto de comparación, luego,estamos tardando para oponernos, decir basta ya hasta quedar afónicos y hacerle perder la frágil esperanza de que esto está ganando.
Si Dios quiere, seremos nosotros los que animaremos a ponerle todas las dificultades posibles para evitar el desastre político-social y que Dios reparta suertes.
Un abrazo.
Pues sí, la figura actual del tal Rodríguez podría guardar algún parecido con el emperador Bonaparte, de nombre Napoleón, que rigió los destinos de Francia e intentó ser dueño de medio mundo,
Ni comparación entre el uno y el otro. Sería ofender a la historia ponerlos a la misma altura, pero hay algunos paralelismos que intetaré mostrar .
Aparte de sus proezas militares, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas, y uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos.
Indudablemente, es el personaje que marcó el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa contemporánea.
Sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (Le Petit Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el despectivo Boney y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal.
Todos sabemos como se desarrolló su vida y no vamos ahora a desmenuzar nada que contribuya a repetir lo conocido, pero sí podemos abundar en la megalomanía del uno y del otro.
No hay nadie peor que aquel que se cree el mejor absolutamente por encima de todos los habrá:
Su egoísmo y cerrazón le harán conocer ese mundo de la frialdad humana.
Como el pequeño cabo, Rodríguez ha colocado a "sus familiares" en las distintas taifas, dejándoles manos libres o lo peor, dejando que se tomen su tiempo libre.
Con tal de que le sean leales un tiempo se da por satisfecho. De ahí su cortedad de miras.
Las sociedades no se reafuezan por concesiones, sino por el trabajo arduo e individual de sus miembros, que lo unen con vistas a un bien común.
Ni se es nacionalista ni se le espera a dicha condición. Y este sujeto está encamados con ellos hasta sus farmacias de guardias, que sumistran la pastilla del calcio necesario para evitar la pájara socialista.
Sin amigos, ni nadie acabe de distinguirse como tal, se enrolla en la eficacia de un altar de prebendas y cheques al portador suministrados por su edecán Solbes, que acude solícito a darlos y que salga el "dios laico" por Antequera o Villanueva de la Serena.
Sin ánimo de ser exahustivos, diríamos que la historia de los tiranos se repite desde Aristóteles, pasando por Nerón, continuando con Federico de Prusia, generales como Petain y otros.
En su locura, no deja de creerse alguien elegido por no se que diosa razón positivista, entroncada con el mismo August Compte y su locura político-social.
Tendrá su campaña rusa, estoy seguro.
Estoy mirando los daños que han producido en la Historia tanto megalómano y me consuela el ver que muchos de ellos han caído víctimas de si mismo.
Sea lo que sea, ni punto de comparación, luego,estamos tardando para oponernos, decir basta ya hasta quedar afónicos y hacerle perder la frágil esperanza de que esto está ganando.
Si Dios quiere, seremos nosotros los que animaremos a ponerle todas las dificultades posibles para evitar el desastre político-social y que Dios reparta suertes.
Un abrazo.
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